29 agosto 2006

Pop en movimiento


Mucho antes de que Inglaterra fabricara plastificados ídolos del fútbol, hubo un jugador de carne y hueso que representó perfectamente los excesos, las turbulencias y los cambios que generó su tiempo. Fue George Best, el chico que salió de los callejones de Cregagh, en Belfast, para convertirse en un fenómeno que trascendió la escena del fútbol. No son pocos quienes le señalan como el mejor futbolista británico, un genio a la altura de Pelé o Maradona, consideración excesiva para un jugador que sólo mantuvo tres años de brillo consistente. Tenía 22 años en 1968, cuando fue designado Balón de Oro tras conquistar la Copa de Europa con el Manchester. Era una celebridad dentro y fuera de los estadios, un futbolista con raptos geniales, intuitivo, regateador, valiente, astuto, estupendo pasador, con una arrancada incontenible y una delicada conducción de la pelota. Jugaba con los brazos pegados al cuerpo y los puños casi cerrados. Era el tobillo eléctrico y la cintura de goma lo que producía un fascinante efecto en los espectadores y un desastroso problema en sus marcadores. Pero todas estas cualidades, por raras que fueran, no le convirtieron en el ídolo singular que fue. Hubo regateadores antes que él, como Stanley Matthews, futbolistas con un dominio integral del juego, como su compañero Bobby Charlton -con quien mantuvo una difícil relación, en el mejor de los casos-, y elegantes goleadores como Jimmy Greaves o como Dennis Law. Best tenía mucho de todos ellos, pero añadía algo más: su identificación con una época vibrante. Mientras Matthews o Charlton representaban al discreto inglés de la clase trabajadora cuyas hazañas rara vez traspasaban las páginas de deportes, Best era el pop en movimiento. No sólo era un gran jugador, sino un héroe de la cultura de su tiempo. Conducía airosos deportivos, frecuentaba los clubes donde se citaban los músicos y los actores del swinging London de los años sesenta, era dueño de boutiques a la última moda, poseía una casa futurista a las afueras de Londres y no tenía rival con las mujeres: conquistador compulsivo y protagonista de desgraciados episodios de violencia. Un periódico de Lisboa le calificó como el quinto beatle después de destrozar al Benfica (1-5) en los cuartos de final de la Copa de Europa de 1966. Era verdad. El fútbol acababa de alumbrar la primera estrella pop, un ídolo masivo que interesaba a todo el mundo, el jugador que también desarrolló un nuevo personaje: el de la estrella autodestructiva que jamás alcanza su potencial como futbolista, pero que arrastra durante toda su vida una especie de poética maldita que agranda su leyenda.

Con 22 años alcanzó la cima y repentinamente comenzó su declive, alimentado por la bebida y el juego. Estaba destinado a la destrucción. Debutó con 17 años en el Manchester. A la misma edad comenzó a beber. No le ayudaron ni la fama ni la cultura del alcohol que prevalece en el fútbol británico. No le ayudó su asociación con la permisiva escena social del pop. No le ayudó la indulgencia que encontró a su alrededor. Era un rey. Podía hacer lo que quisiera. Con 24 años, cuando los jugadores entran en el apogeo de sus carreras, Best sólo era un futbolista de destellos, proyecto de juguete roto que se peleaba con los entrenadores, no acudía a los entrenamientos y comenzaba un triste peregrinaje de despedida por la serie Z del fútbol: Fulham, Stockport County, Hibernian, Dunstable Town, Los Ángeles Aztecas, San José Earthquakes y Bournemouth. La lista explica gráficamente el enorme desperdicio de talento y la inauguración de un género que se ha hecho muy relevante en dos lugares: Inglaterra y Argentina, países donde la figura del héroe caído genera una fascinación enfermiza. Es fácil asociar a Best con Maradona y bajar poco a poco los peldaños de la fama, de Paul Gascoigne a Charlie George, pasando por René Houseman en las calles de Buenos Aires o Stan Bowles delante de cualquier tugurio de apuestas en Londres. De todos ellos se contarán maravillosas historias futbolísticas y trágicos relatos personales, donde el alcohol, el juego o las drogas destrozaron sus carreras y sus vidas ante la morbosa avidez periodística. Los inadaptados siempre dan mucho juego en la prensa. Pocos lo han testimoniado mejor que Best. Después de su muerte comienza la hora del mito.



Santiago Segurola, El País, noviembre de 2005, homenaje al gran George Best

26 agosto 2006

El mañana efímero


La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma quieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero.
Será joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja, tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna a usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras tantas calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero:
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.



Antonio Machado, Campos de Castilla, 1916

20 agosto 2006

El Siglo de Oro


"Ya referí en otra ocasión a vuestras mercedes que, en aquel primer tercio del siglo, el pueblo de Madrid conservaba aún, pese a su picaresca natural y a su malicia, una cierta ingenuidad para esa clase de gestos en las personas reales. Ingenuidad que el tiempo y los desastres se encargaría de sustituir por desilusión, rencor y vergüenza. Pero en los años de esta historia nuestro monarca era mozo; y España, aunque ya corrompida y con llagas de muerte en el corazón, conservaba la apariencia, el relumbre y las maneras. Todavía éramos algo, y aún lo seguimos siendo cierto tiempo, hasta quedar exangües del último soldado y el último maravedí. Holanda nos odiaba, Inglaterra nos temía, el turco se andaba con pies de plomo, la Francia de Richelieu rechinaba los dientes, el Santo Padre recibía con mucho tiento a nuestros graves embajadores vestidos de negro, y toda Europa temblaba al paso de los viejos tercios que aún eran la mejor infantería del mundo, como si en las cajas de sus tambores redoblara el mismo diablo.

Y yo, que viví tales años y los que vinieron después, juro a vuestras mercedes que en aquel siglo éramos todavía lo que nadie fue jamás. Y cuando por fin se puso el sol que había alumbrado Tenochtitlán, Pavía, San Quintín y Breda, el ocaso se tiñó de rojo con nuestra sangre, pero también con la de nuestros enemigos; como el día, en Rocroi, que dejé en un francés la daga del capitán Alatriste. Convendrán vuestras mercedes en que todo ese esfuerzo y ese coraje debíamos haberlo dedicado los españoles a construir un lugar decente, en vez de malgastarlo en guerras absurdas, picarescas, corrupción, quimeras y agua bendita. Y es muy cierto. Pero yo cuento lo que hubo. Y además, no todos los pueblos son igual de razonables para elegir su conveniencia o su destino, ni igual de cínicos para justificarse después ante la Historia o ante sí mismos. En cuanto a nosotros, fuimos hombres de nuestro siglo: no escogimos nacer y vivir en aquella España, a menudo miserable y a veces magnífica, que nos tocó en suerte; pero fue la nuestra. Y ésa es la infeliz patria -o como diablos la llamen ahora- que, me guste o no, llevo en la piel, en los ojos cansados y en la memoria."



Arturo Pérez-Reverte, Limpieza de sangre, págs. 26-27

13 agosto 2006

El Fútbol


La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.
En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohibe la osadía.
Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.



Eduardo Galeano

09 agosto 2006

Manifiesto por Micaela: Micaela Libre


Pronto, muy pronto, el pueblo de Chipiona, una pequeña ciudad de la costa noroeste de Cádiz, asistirá impávido a la destrucción total de la última playa semi-virgen de su litoral. Un acto infame que llenará de cemento y hormigón un terreno que pertenece al pueblo de Chipiona, que es un patrimonio natural único, del que nadie tiene derecho de apropiarse, porque es de todos, es público.

Políticos vendidos, rastreros y ruines, que no sienten ni ven más allá del vil metal, que los ciega. La avaricia, el ansia de dinero y riquezas, que impulsa al hombre a cometer barbaridades contra lo más preciado que hay en este mundo: la naturaleza, madre de todas las cosas, base fundamental de nuestra propia vida.
Y todo esto, ¿por qué?
Porque, supuestamente, es necesaria una ampliación del puerto deportivo. Y esta es la gran mentira, sobre la que se escudan para perpetrar semejante infamia. La única verdad es que van a destruir un patrimonio ecológico de un valor incalculable, para constuir pantalanes y nuevos puntos de atraques. Pero ¿para los pescadores chipioneros? ¿para que ellos tengan mejores condiciones laborales y puedan desarrollar su profesión y su vida? ¿para que puedan progresar en su trabajo y puedan seguir llevando el pan a sus casas?
NO
Para que niños de papá, adinerados, gente "bien", ricos sin escrúpulos y sinvergüenzas de la misma calaña aparquen sus bonitos veleros, para que éstos tengan todas las facilidades del mundo para convertir nuestro litoral y nuestra costa en su parque de atracciones y recreo particular. Para que sigan luciendo palmito, modelitos y estulticia en las esloras de los exquisitos barcos que les compran sus papás, o para que puedan practicar deportes tan populares y accesibles para la gran mayoría como el windsurf, la vela, y demás. Para que esta gente se siga riendo de nosotros.

Y semejante tropelía, será cometida con la connivencia y la aprobación de una sarta de traidores y ladrones que no hace mucho tiempo declararon esta playa de Micaela como bien de especial interés natural o ecológico o alguna frase por el estilo. Los mismos. Los que cuando le ponen delante una bolsa de basura repleta de billetes de curso legal (o no legal) se pasan por el arco del triunfo cualquier declaración pasada.
Desarrollo sostenible, progreso ecológico, protección de los espacios naturales....toda esta parrafada volverá a ser pregonada por los mismos delincuentes que ahora permiten la destrucción de la playa de Micaela cuando se acerquen las próximas elecciones.

Chipioneros, aunque sólo sea por orgullo y amor propio, despertad. No permitáis esto. Porque si permitimos que eliminen nuestro bien más preciado, nuestro tesoro natural, lo perderemos todo. Ya nos han quitado muchas cosas. Pero la especulación inmobiliaria puede con todo.

NO a la destrucción de Micaela.
NO a esta clase política podrida e infame.
NO al robo descarado del patrimonio público.
NO a la demolición de un lugar que está en la memoria colectiva de todo un pueblo.
NO al nuevo puerto deportivo.

SÍ a la conservación y protección de Micaela.
SÍ a la regeneración de la clase política de Chipiona. Gente nueva, joven e incorrupta.
FUERA los que permiten esto

¡¡¡Chipioneros, despertad!!! ¡¡¡Salvemos Micaela!!!

Porque si finalmente cae Micaela....¿Qué será lo siguiente? ¿El pinar, para construir pistas de padel?

Y sobre todo: ¿podremos dormir con la conciencia tranquila al permitir con nuestra indiferencia que se cometa esta injusticia?

04 agosto 2006

Comandante Ché Guevara



"He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie."

Fragmento de su Intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas en uso del derecho de replica el 11 de diciembre de 1964.

«¿Qué es subdesarrollo? Un enano de cabeza enorme y tórax enchido es "subdesarrollado" en cuanto a que sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el resto de su economía, es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su desarrollo. Eso es lo que en realidad somos nosotros, los suavemente llamados "subdesarrollados", en verdad países coloniales, semicoloniales o dependientes. Somos países de economía distorsionada por la acción imperial, que ha desarrollado anormalmente las ramas industriales o agrícolas necesarias para complementar su compleja economía.»

Revista Verde Olivo, 9 de abril de 1961


«El burocratismo, evidentemente, no nace con la sociedad socialista ni es un componente obligado de ella. La burocracia estatal existía en la época de los regímenes burgueses con su cortejo de prebendas y de lacayismo, ya que a la sombra del presupuesto medraba un gran número de aprovechados que constituían la "corte" del político de turno. En una sociedad capitalista, donde todo el aparato del Estado está puesto al servicio de la burguesía, su importancia como órgano dirigente es muy pequeña y lo fundamental resulta hacerlo lo suficientemente permeable como para permitir el tránsito de los aprovechados y lo suficientemente hermético como para apresar en sus mallas al pueblo.»

Revista Cuba Socialista, La Habana, febrero de 1963, año 3, no. 18

«El camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta, hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, nos separamos de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente, sentimos el aliento cercano de los que nos pisan los talones. En nuestra ambición de revolucionarios, tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos que tenemos que nutrirnos de la masa y que ésta solo podrá avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo.»

Marcha, Montevideo, 12 de marzo de 1965

«Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.»

Tricontinental, Suplemento especial, 16 de abril de 1967.

01 agosto 2006

Desapariciones


Que alguien me diga si ha visto a mi esposo,
preguntaba la doña.
Se llama Ernesto X, tiene cuarenta años.
Trabaja de celador, en un negocio de carros.
Llevaba camisa oscura y pantalón claro.
Salió anoche, y no ha regresado,
y no sé ya qué pensar,
pues esto antes no me había pasado
ooo...

Llevo tres días
buscando a mi hermana.
Se llama Altagracia,
igual que la abuela.
Salió del trabajo pa´la escuela.
Llevaba unos Jeans y una camisa clara.
No ha sido el novio, el tipo está en su casa.
No saben de ella en la PSN, ni en el hospital
ooo...

Que alguien me diga si han visto a mi hijo.
Es estudiante de pre-medicina.
Se llama Agustín y es un buen muchacho,
a veces es terco, cuando opina.
Lo han detenido, no sé qué fuerza.
Pantalón claro, camisa a rayas,
pasó anteayer.

A dónde van los desaparecidos,
busca en el agua y en los matorrales.
Y por qué es que se desaparecen,
porque no todos somos iguales.
Y cuándo vuelve el desaparecido,
cada vez que lo trae el pensamiento.
Cómo se le habla al desaparecido,
con la emoción apretando por dentro
oh...

Clara, Clara, Clara Quiñones se llama mi madre.
Ella es, ella es un alma de Dios,
no se mete con nadie.
Y se la han llevado de testigo,
por un asunto que es nada más conmigo.
Y fui a entregarme, hoy por la tarde,
y ahora dime que no saben quién se la llevó
del cuartel.

Anoche escuché varias explosiones
patún pata patún pete
tiro de escopeta de revólver.
Carros acelerados, frenos, gritos.
Eco de botas en la calle.
Toque de puertas, por dioses, platos rotos.
Estaban dando la telenovela
por eso nadie miró pa´fuera.

A dónde van los desaparecidos,
busca en el agua y en los matorrales.
Y por qué es que se desaparecen,
porque no todos somos iguales.
Y cuándo vuelve el desaparecido,
cada vez que lo trae el pensamiento.
Cómo se le habla al desaparecido,
con la emoción apretando por dentro...



Letra y música de Rubén Blades