
Si no temo perder lo que poseo,
ni deseo tener lo que no gozo,
poco de la Fortuna en mí el destrozo
valdrá, cuando me elija actor o reo.
Si no es el mal ajeno mi recreo,
ni el bien mundano causa en mí alborozo,
venir podrá la muerte sin rebozo,
que no he de huirla, si ante mí la veo.
Y tú, a salvo también de las cadenas
con que el siglo cautiva corazones,
mantente, Diego, libre de pasiones.
Y lejos de los goces y las penas,
vive Alatriste solo, si pudieres,
pues sólo para ti, si mueres, mueres.
Atribuido a Don Francisco de Quevedo
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