09 julio 2006

Duelo en la Taberna del Turco, I


ÍÑIGO BALBOA

"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes..." Como saben vuestras mercedes, me llamo Íñigo Balboa y así comencé a relatar las aventuras del capitán Alatriste hace ya unos cuantos años.

En dichos lances, que ocurrieron durante la primera mitad de este siglo XVII, han aparecido varios de los hombres notables de la época, como el conde-duque de Olivares; Ambrosio de Spínola, el expugnador de Breda, o Álvaro de la Marca, conde de Guadalmedina; pero también nos hemos enfrentado a poderosos y crueles enemigos, como el inquisidor Fray Emilio Bocanegra, y Luis de Alquézar, secretario del rey nuestro señor y tío de la malvada Angélica de Alquézar, de quien a los trece años me enamoré como un becerro y para siempre.

Pero el enemigo natural del capitán Alatriste se llama Gualterio Malatesta: un siniestro italiano, un espadachín callado y peligroso, tan acostumbrado a matar por la espalda que cuando por azar lo hace de frente se sume en profundas depresiones, imaginando que pierde facultades.

Diego Alatriste cruzó varias veces los aceros con Malatesta, y ahora ambos vuelven a enfrentarse en el episodio de El Caballero del jubón amarillo. Pero dicen que, poco antes del comienzo de esa aventura, Diego Alatriste y Gualterio Malatesta volvieron a verse en una taberna de Madrid: la taberna del Turco.


Mientras Iñigo abandona la escena, la mesa del capitán Alatriste y Malatesta deja de estar en penumbra. Actitudes tranquilas pero no exentas de recelo. Manos que rozan con frecuencia el puño de la espada o la daga. Miradas suspicaces.

MALATESTA

Buenas noches, señor capitán. ¿Os importa que apure mi jarra en vuestra distinguida compañía?


ALATRISTE

Dejaos de ceremonias, Malatesta, y decidme qué diablos estáis haciendo aquí, y por qué aún no habéis desenvainado.


MALATESTA

¿Aquí? ¿En "vuestra" taberna del Turco? ¿En el lugar donde pasáis los días con el joven Iñigo y con don Francisco de Quevedo... y las noches con Caridad la Lebrijana? No. Por una vez, y sin que sirva de precedente, vengo en son de paz. ¿No creéis que debemos celebrarlo?


ALATRISTE


Con vos sólo celebraré vuestro funeral. La última vez que nos vimos teníamos espadas en las manos, en vez de jarras.


MALATESTA

En Sanlúcar, cuando lo del oro del rey.


ALATRISTE

Ahí os fastidié bien.


MALATESTA

Sí. Pero pienso tomarme el desquite, de aquí a nada.


ALATRISTE

Dejadme acabar esta jarra y soy todo vuestro.


MALATESTA

Tranquilo, señor capitán. Hay tiempo. Esta noche no quiero matar a nadie. Ni siquiera a vuestra merced.


ALATRISTE

¿Vos sin ganas de matar?... Imposible.


MALATESTA

Lo juro por el infierno en el que arderé.


ALATRISTE

En el que arderemos.


MALATESTA

Voy a haceros una confidencia, señor capitán. Esta noche he caminado sin rumbo por las calles de Madrid mientras recordaba las de Palermo, mi ciudad, donde una noche como ésta, hace veinticinco años, me cobré mi primer fiambre.


ALATRISTE

Me conmovéis, Malatesta, tanto como la viuda de un usurero. Si no queríais batiros en fecha tan insigne, ¿qué carajo hacéis aquí?


MALATESTA

Os repito que vengo en son de paz. Bebed tranquilo, que no ha llegado vuestra hora, ni la mía. Nos encontraremos de nuevo, y en esa ocasión espero darme más arte. Quiero acuchillar a vuestra merced con calma, espacio y tiempo. Se trata de una cuestión personal. Profesional, incluso. Y de profesional a profesional ajustaremos cuentas.


ALATRISTE


Se hará como os plazca. Siempre seréis mi enemigo predilecto. Mi ojito derecho.


MALATESTA

Yo no soy un enemigo. Soy un adversario. ¿Advertís la diferencia?... Un adversario os respeta, aunque os mate por la espalda. Los enemigos son otra cosa... Un enemigo os detesta, aunque os halague y abrace.


ALATRISTE

Dejaos de bachillerías. Os gustaría degollarme como a un perro.


MALATESTA

Lo del perro puede valer. Pero si algo va a gustarme cuando os mate, es que nadie podrá decir que despacho a un inocente, o a un imbécil. Además, reconozco que tenéis... ¿cómo se dice en España?... Dos cojones.


ALATRISTE
Lo mismo digo de vos. En tiempos como éstos, cuando se compra y vende todo, desde las banderas hasta la vida eterna, el valor es lo único que no puede comprarse. Es lo único que le queda a gente como nosotros. Por eso ni vos ni yo moriremos en la cama



(......)



Adaptación de Leandro Pérez Miguel sobre los textos de Arturo Pérez-Reverte

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