10 julio 2006
Duelo en la Taberna del Turco, II
(......)
MALATESTA
¿Alguna vez habéis pensado en lo mucho que nos parecemos?
ALATRISTE
Hay diferencias. Yo sólo soy un hijoputa. Vos sois un hijo de la gran puta.
MALATESTA
Bueno. Matices aparte, el mismo oficio. La única diferencia es que vuestra merced juega según ciertas reglas, y yo no.
ALATRISTE
Cada uno tiene una reputación que mantener.
MALATESTA
Sí. Y reconozco que la mía es más cómoda. No aprecio más rey que el de la baraja, ni conozco a otro Dios fuera del que uso para blasfemar. Alivia mucho que la vida y los años te despojen de ciertas cosas... Todo es más simple. Más práctico. ¿No opináis vos lo mismo?... Ah, claro. Olvidaba que sois soldado. Al menos de boquilla, para ir tirando y creerse digna, la gente como vos aún necesita esas reglas de las que hablábamos. Palabras como rey, verdadera religión, patria y todo eso... Parece mentira, con vuestra biografía, y a estas alturas.
ALATRISTE
¿Y qué sabéis de mi biografía? No tengo más que una hoja de servicios que a nadie importa un ochavo, y la espada de la que vivo... La uso para ganarme la vida; y cuando soy soldado, para cumplir con el rey, que es quien me paga... cuando me paga... En cuanto a mi honra y mi reputación, no son asunto vuestro. De eso cuido yo.
MALATESTA
Vaya. Ya salió la honra... La honra, señor capitán, es complicada de adquirir, difícil de conservar y peligrosa de llevar. Sobre todo, cuando uno empeña su vida malgastándola en defender a alguien como vuestro rey.
Un rey indigno de vos.
ALATRISTE
Mi rey es mi rey. Es el que me tocó en suerte, y no tengo otro.
MALATESTA
Pobre capitán Alatriste. Y pobre España. Reyes incapaces, ministros corruptos y frailes fanáticos os han llenado de cicatrices. Y Francia, Inglaterra, Holanda, Venecia, el turco y hasta el mismo papa os rondan como lobos hambrientos. Os vais al carajo.
ALATRISTE
Sin duda. Pero antes los vamos a joder a todos bien.
MALATESTA
Ahora lo habéis dicho. No os batís por España, sino por vos mismo. Lo de España es un pretexto.
ALATRISTE
Todo soldado necesita una bandera.
MALATESTA
El oro, por ejemplo. Ésa es buena, y es la mía
ALATRISTE
Triste bandera es ésa. Y fijaos en la paradoja: a este siglo infame lo llaman Siglo de Oro.
MALATESTA
Pues no es el oro lo que os sobra. Y plata, tenéis la justa. Sacrificio estéril, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tenéis los españoles a espuertas.
ALATRISTE
Ya. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez, oye unos versos de Lope o de Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, piensa en nuestros tercios teniendo agarrada a toda Europa por los huevos, y se dice que bueno. Que tal vez algo haya merecido la pena.
MALATESTA
Es un punto de vista. Pero al final, entre todos quitarán a España lo que supo ganar ella sola.
ALATRISTE
Será que no merecemos conservarlo. En cuanto a mí, nadie puede quitarme otra cosa que la vida.
MALATESTA
¿Veis como algo nos parecemos?... Pardiez, el día que por fin os despache me sentiré un poco más huérfano.
ALATRISTE
¿Huérfano vos? ¿Acaso un bellaco como vos tuvo madre y padre?
MALATESTA
Por una temporada, sí. Al cabo, mi madre se fue con otro hombre. Luego, una noche como ésta maté a mi padre. Hoy hace veinticinco años.
ALATRISTE
Uno de vuestros puntos débiles, Malatesta, es que habláis demasiado y abrís huecos en vuestra defensa. Ahora sé que os puedo llamar hijo de la gran puta, y no sólo en sentido figurado, como antes.
MALATESTA
Hacedlo, voto a Cristo, y la tregua cesará ahora mismo.
ALATRISTE
No os impacientéis, que mi jarra aún está mediada. Dejadme apurarla y luego, si os place, podremos trocar las palabras por los aceros.
MALATESTA
Esta noche no me acomoda. Lo de matar debe hacerse de cerca, con esmero, mirando al otro a los ojos. Hoy vengo demasiado melancólico, y cuando estoy así me vuelvo torpe. Mato fatal.
ALATRISTE
Otra vez será, entonces.
MALATESTA
Tal vez en la próxima novela de ese fulano, Reverte.
ALATRISTE
En ella os espero. Buena suerte, Malatesta.
MALATESTA
Buena suerte, capitán Alatriste.
Gualterio Malatesta se levanta y abandona la escena. El capitán apura su jarra y vocea, hacia el interior del escenario: "¡Caridad, más vino!" Finalmente, revela:
ALATRISTE
Tiene razón Malatesta. Quien mata de lejos no aprende nada de la vida. Ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiración del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en los ojos del otro. Quien mata de lejos no crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Quien mata de lejos no sabe lo que se pierde.
Adaptación de Leandro Pérez Miguel sobre los textos de Arturo Pérez-Reverte
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